lunes, 3 de diciembre de 2007

De New York a BCN



Oriundo de Nueva York, de familia judía y acomodada, persona de aspecto inconfundible gracias a sus gafas de pasta, humorista y guionista antes que cineasta, amante de la música Jazz y clarinetista ocasional, antihéroe hipocondríaco y adicto al psicoanalista... Estos y otros muchos datos sobre la vida de Woody Allen, cuyo verdadero nombre es Allan Stewart Königsberg, resultan sobradamente conocidos por la inmensa mayoría de los mortales, sean o no seguidores de la extensa filmografía de tan insigne y prolífico director. Su enorme popularidad ha traspasado lo estrictamente cinematográfico, convirtiéndolo en un personaje público de primer orden cuya vida privada, en ocasiones y muy a pesar suyo, ha tenido una mayor trascendencia mediática que sus propias películas, el ejemplo más claro de esta afirmación lo encontramos en el gran escándalo que suscitó en la prensa internacional la relación sentimental que el cineasta emprendió con su hijastra poco tiempo después de separarse de la actriz Mia Farrow.

Más apreciado en Europa que en su país natal, Allen es de los pocos realizadores que tienen un control casi absoluto sobre sus películas, ocurrentes y reflexivas comedias, algunas de ellas con tintes dramáticos, que dirige, guioniza y habitualmente protagoniza, aunque esta última faceta parece ser que ha sido aparcada definitivamente por el propio director, quien después de su inevitable ingreso en el club de los heptagenarios no se considera válido para dar vida a sus personajes. En 1977, tras una serie de burlonas películas, más frívolas e intranscendentes que sus obras más importantes, Allen alcanzó su máxima cota artística y profesional con los 4 Oscars conseguidos por Annie Hall (película, guión y director incluidos), óptimo nivel cualitativo que mantuvo durante un par años más gracias a Manhattan e Interiores, ambas nominadas al Oscar al mejor guión original en el 78 y 79 respectivamente. En 1986 volvió a conseguir el Oscar al mejor guión original por Hannah y sus hermanas, premio por el que volvió a ser nominado en el 2005 por Match Point. Desde el 82 el neoyorquino es capaz de mantener con dignidad, gracia y relativa frescura el prodigioso ritmo realizador de una película por año. Genial para unos, copiador y cargante para otros, su cine es una personal y divertida mezcla plagada de referencias autobiográficas que aúna la mitomanía, el intimismo trascendente de Bergman, el costumbrismo extravagante de Fellini y la verborreica y gestual comicidad de los Marx. Su última película, Vicki Cristina Barcelona, ha sido rodada en Barcelona, Oviedo y Avilés, algo que ha generado un interés y unas expectativas desbordadas e inusitadas entre nuestros ciudadanos y convecinos, expectativas que a buen seguro se verán colmadas si Allen hace lo que mejor sabe: Cine del bueno.

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