jueves, 1 de mayo de 2008



El surcoreano Kim Ki-Duk, genial autor de varios filmes de un inusitado e hipnótico lirismo, volvió a obsequiarnos a principios del 2006 con una nueva película tan cargada de crueldad como de belleza poética. Con El arco, Ki-Duk regresa a territorios, contextuales y temáticos, ya transitados antes por él. Al igual que su filmografía anterior, El arco es una pieza plagada de imágenes sugestivas y poderosas, y marcada por la parquedad verbal y los silencios; como en Primavera, verano… y La isla, el nuevo film de Kim Ki-Duk se desarrolla en un espacio único, flotante, y rodeado de agua, en este caso un barco pesquero. El único problema reside en el hecho de que El arco, una desgarradora historia de amor entre un viejo pescador y una bella adolescente, reitera estas formas minimalistas, depauperándolas, sin aportar mejora alguna ni añadir elementos nuevos, haciendo de ella un compendio autoimitativo de aquellas películas de Ki-Duk que tanto nos fascinaron.