martes, 29 de enero de 2008

Secretos y mentiras. Mike Leigh y su cine.


Merecidamente reconocida en el 96 con la Palma de oro y con 4 nominaciones a los Oscar, Secretos y mentiras es hasta la fecha la obra cumbre de Mike Leigh. Leigh es un cineasta comprometido, un referente ineludible del llamado cine social inglés, un realizador tendente a retratar las visicitudes de las familias proletarias británicas, hallándose a medio camino entre Ken Loach y Stephen Frears, eludiendo la militancia proselitista del primero y la comicidad optimista del segundo. La película, de una emotividad desgarradora, plantea un argumento bastante simple que sirve de excusa para exponer las complejas frustraciones personales de cada unos de los personajes, conduciéndolos con habilidad hacia un desenlace liberador, en el que serán inevitables tanto las confesiones (de esos secretos y esas mentiras a las que el título se refiere) como los llantos.

The jacket, cuyo título hace referencia a la camisa de fuerza con la que se inmoviliza al protagonista, es una interesante cinta de intriga psicológica producida por Steven Soderbergh. Muy influida por películas como La Jetée, 12 monos, Memento o La escalera de Jacob, el segundo largometraje de John Maybury ahonda en la manida pero inagotable fantasía de los viajes (en este caso mentales) a través del tiempo. En la atmósfera claustrofóbica, desasosegante y casi surrealista de un sanatorio mental, las paradojas temporales y los bucles narrativos en la cuarta dimensión harán acto de presencia para apuntalar un relato complejo pero imaginativo, inquietante y bien construido. Lástima que un final algo ñoño, propio de un cuento de hadas y nada acorde al tono general del filme, acabe convirtiendo la intriga antes descrita en un extraño canto a la vida, al amor y a las segundas oportunidades.

jueves, 24 de enero de 2008

Dead man. Western metafísico.


Hipnótico relato con aire de leyenda popular, mezcla de western onírico y de viaje místico. Mediante una cuidada fotografía en blanco y negro, una música minimalista a cargo del folkman canadiense Neil Young, un agradable ritmo narrativo pausado y silencioso, y unas gotas de fino humor surrealista, Jim Jarmusch, referente ineludible del cine independiente americano actual, consigue transportarnos a un mundo extrañamente mágico y parsimoniosamente violento, y hacernos alucinados testigos de un periplo íntimo, interior, tan ininteligible como fascinante. Dignas de resaltar son también las apariciones estelares de Robert Mitchum, Iggy Pop y Billy Bob Thornton, que aportan consistencia al rico elenco de personajes secundarios que posee la película.

Plan oculto. Tarde de perros post 11S.



El cine estadounidense de los años 70 nos brindó la oportunidad de disfrutar de un buen número de dinámicos thrillers que se caracterizaron por contener, tras una trama policial aparentemente “inocua”, una velada crítica, en ocasiones no tan interlineada, a la corrupción policial, judicial y política de las urbes norteamericanas de aquella época. Don Siegel, William Friedkin, John Frankenheimer, o Sydney Lumet son algunos de los cineastas que deben figurar con letras de oro dentro de este apartado concreto del cine de policías y ladrones, y The French Connection, Tarde de Perros, Serpico y Harry, el Sucio, son algunas de las películas referenciales que dicha etapa nos legó. Esto es un hecho que conviene ser recalcado, porque Spike Lee ha realizado Plan Oculto con los ojos puestos en aquellas películas, con la clara voluntad de homenajearlas, tratando así de repetir la fórmula de “denuncia+espectáculo” que tan buenos resultados cosechó antaño. A tenor de lo visto, sólo cabe admitir que Lee lo ha hecho de manera más que aplicada, brillante. Cierto es que ha renunciado a las temáticas de conflicto racial que le caracterizan, que ha rebajado su trascendencia y contundencia discursiva, y que ha exiliado por completo al drama de la historia, pero no menos cierto es que en Plan Oculto el cineasta afroamericano ha ganado en sutileza y espectacularidad. En el marco de una agitada historia de un hurto a mano armada de alta orfebrería, se desarrolla una adictiva relación antagónica entre Denzel Washington y Clive Owen. A esta primera línea narrativa hemos de superponer la historia genérica de hipocresía, suspicacias, arribismo e intereses soterrados que marca el tempo moral de la cinta. Narrada linealmente a un ritmo trepidante y con algunos esclarecedores flashforwards, Plan Oculto sirve también como excusa para reflejar el clima multirracial del crisol neoyorquino, y sobretodo para dar fe de la situación de miedo y esquizofrenia colectiva que vive la sociedad estadounidense tras los atentados del 11 de Septiembre del 2001. Todos ellos parecen argumentos de peso que demuestran que la última película de Spike Lee no es tan sólo un mero y frívolo producto de industria, sino más bien una obra políticamente comprometida a la par que digerible para el gran público. Interpretada por un elenco de lujo que da vida a un grupo de personajes muy carismáticos, y a pesar de algunas lagunas de guión en favor del “entertainment”, sólo me resta concluir diciendo que Plan Oculto es una gran película que no lo tiene todo, pero sí casi todo.

viernes, 18 de enero de 2008

X-MEN 3. Ratner da la talla.



Cuando Bryan Singer anunció a las puertas de iniciarse el rodaje de la tercera parte de X-Men, que abandonaba la franquicia mutante de la factoría Marvel para dirigir Superman returns, muchos fuimos los que temimos lo peor. La situación planteada con la deserción del amigo Singer al bando adversario no era precisamente halagüeña, pues el buen hacer del director de Sospechosos habituales parecía irreemplazable y nada presagiaba que Brett Ratner, un director cuya trayectoria (Hora punta, Family Man, Dragón rojo) no pasaba de la mera corrección formal, fuera capaz de sustituir a Singer con la máxima solvencia. Sin nada que incitara a la euforia, el miedo a que el tercer episodio de la saga desmereciera a los 2 anteriores fue cobrando forma a pasos agigantados. Una vez estrenada X-Men 3: La decisión final, las voces más agoreras se silenciaron y las previsiones más pesimistas se esfumaron repentinamente por un motivo tan simple como inapelable: X-Men 3 es una cinta notable que poco tiene que envidiar a sus dos partes precedentes, una película que merece el reconocimiento de que nos hallamos ante un cierre más que digno para una de las sagas que, para deleite de los/as aficionados/as, mejor ha sabido adaptar un cómic de superhéroes al celuloide. Ratner no ha aportado una visión particular ni ningún planteamiento personal, sino que ha apostado claramente por la opción continuista, y imitando con maestría el buen pulso narrativo de Singer, así como su dinámica resolución de las escenas de acción, se ha reivindicado como un experimentado artesano. El fruto de este proceder, tan práctico como eficiente, ha sido un largometraje altamente entretenido que reedita esa curiosa mixtura entre espectacularidad visual y una suerte de reflexión para todos los públicos acerca de la marginación, la tolerancia y el racismo. Dicho esto, y visto el buen sabor de boca que las tres piezas han dejado, sólo nos queda lamentarnos por el que parece el final definitivo de la saga, aunque, bien mirado, a veces conviene no exprimir demasiado el limón, no vaya a ser que no quede jugo…

martes, 15 de enero de 2008

El asesinato de Richard Nixon. Quiero la cabeza del presidente.


En contra de lo que su equívoco y -¿Por qué no admitirlo?- sensacionalista título pueda dar a entender, no nos encontramos ante un thriller político; El asesinato de Richard Nixon, primer largometraje del estadounidense Neils Mueller, no es un film conspirativo, y poco tiene que ver con películas como J.F.K o La tapadera. Magnicidio haylo, pero su presencia responde más al delirio paranoide de su amargado protagonista que a un verdadero complot sedicioso. Lo que acontece, en lo que a acción narrativa se refiere, es más bien poco: el descenso a los infiernos de un ciudadano medio que, plenamente frustrado y ninguneado por todos, irá llenándose de desazón y de ira, encauzándolas hacia el presidente de su país, Richard Nixon, también conocido como Tricky Dick (Tramposo Dick), omnipotente mandatario al que considerará el máximo responsable de todas sus desgracias personales y de las de la humanidad en general. Nos hallamos, pues, ante una esplendida construcción de un personaje extremo, magistralmente interpretado por Sean Penn, para cuyo desarrollo Mueller se basó en Sam Byck, un sujeto real que tramó asesinar a Richard Nixon en 1974 y que también sirvió de inspiración a Martin Scorsese a la hora de realizar Taxi Driver. La historia se desarrolla en los convulsos años 70 (Watergate, las panteras negras, la guerra del Vietnam), por lo que la crítica política -que también la hay- se debe más a motivos circunstanciales y de contexto que a una manifiesta voluntad de denuncia. Y es que individuos como Sam Bicke, entendiéndolo como la personificación de la ira ante una sociedad cruel regida únicamente por la competitividad, el dinero y la mentira, los habido, los hay, y los habrá en cualquier momento y lugar: en la América de Nixon, la Italia de Berlusconi y en la España de Aznar.

sábado, 12 de enero de 2008

De la Iglesia y los pechos de Doña Leonor.




Alex de la Iglesia posee la virtud de ser uno de los primeros directores que, distanciándose del politizado cine que se hacía durante la Transición y de las infames comedias ochenteras, comenzó a realizar en nuestro país películas de género cón éxito y de forma más que desenvuelta. A este tipo de cine popular, de la Iglesia supo además insuflarle una visión esperpéntica muy particular que dotó a sus filmes de una personalidad fuera de toda duda. Con de la Iglesia, la ciencia ficción (Acción mutante), el terror (El día de la bestia), el western (800 balas) y el thriller (La comunidad) quedaron teñidos por algo tan hispano como es el grotesco elemento valleinclanesco. Al salir de nuestras fronteras, rodar en inglés y apostar por actores extranjeros, el director español ha arrancado de raíz toda posibilidad de que su particular mirada grotesca haga acto de presencia en su nueva película, una intriga convencional que, pese a mostrarnos algún movimiento de cámara meritorio, no destaca en ningún aspecto. En Los crímenes de Oxford todo está demasiado manido: escalada de crímenes, whodunit, investigación policial que resigue un sendero de pistas matemáticas dejadas por el asesino, giros y contragiros, y resolución pretendidamente sorpresiva. De entre toda esta batería de tópicos, lo mejor y más original es cómo de la Iglesia vacila con el espectador masculino a la hora de mostrar (o no) los pechos de la Watling.

viernes, 11 de enero de 2008

XXY. El síndrome de Klinefelter.


Según las normas genéticas más elementales, los hombres poseen los cromosomas XY, y las mujeres los XX. En el síndrome de Klinefelter se presentan los cromosomas XXY, que son los que determinan la ambigüedad sexual (o hermafroditismo) del sujeto en cuestión. Algo tan sencillo de explicar como esto (apenas 2 líneas) y los inconvenientes emocionales que conlleva a los afectados, en la película de la argentina Lucía Puenzo se torna casi inenarrable, más por omisión que por ineptitud de la realizadora. Inicialmente, el planteamiento de XXY se teje de manera poco hábil; retardando, mediante diálogos incompletos e imágenes de un pretendido lirismo, la revelación de la trama. A la postre, esta demora y alargamiento encuentran su justificación en el hecho inapelable de que el verdadero meollo no hubiera dado para los 90 minutos que dura el film, no en vano éste está inspirado es un relato corto de Sergio Bizzio llamado "Cinismo". Si a esto le añadimos el amago escabroso que adopta la película en su último tercio, llegaremos a la conclusión de que XXY es otra de las beneficiadas de los buenos ojos con que en España, gracias al merecido éxito cosechado por 9 reinas y El hijo de la novia, todavía contemplamos al nuevo cine argentino.

lunes, 7 de enero de 2008

Rififi, el robo más grande jamás contado


La palabra francesa rififi significa rifirrafe, riff raff en inglés, refriega, pelea barriobajera a cara de perro, tangana de ratero... Un acertado y metafórico título para una película que esencialmente trata sobre eso, sobre cómo la carne de cañón, con el signo del fracaso escrito en la cara, lucha como gato panza arriba en su rutina delictiva. Clásico indiscutible del género noir, Rififi contiene todos los elementos, tan identificativos como imprecisos, que caracterizan al cine negro: hampa, realismo, reflexión social, mujeres fáciles pero de fatales consecuencias, claroscuros… Aunque el ingrediente por el que Rififi se ha convertido en modelo y referente ha sido sin duda la escena del robo, más de media hora que muestra hipnóticamente cómo la cuadrilla de hampones protagonista ejecuta un grandioso hurto en una joyería, en completo silencio, sin música, sin diálogos... creedme, no resulta exagerado decir que sólo por esta escena merece la pena ver la película.

sábado, 5 de enero de 2008

LOVE IS IN THE AIR


Ya sé que no invento la pólvora si digo que mi buena amiga Isabel es una mujer de una fotogenia fuera de toda duda (Mari Ángeles, otra colega de incuestionable belleza, autora de la presente foto, está preparando una tesis completa acerca de la belleza isabelina que promete hacer las delicias de eruditos y catedráticos sobre estética); tampoco descubro la sopa de ajo al afirmar que a Isabelita le sientan bien hasta los kilos de más (esta cita me la apropio, aunque salió de la boca de un admirador confeso de Doña Isa cuyo nombre no voy a revelar). Dicho esto, debo advertir que el interés de esta fotografía no radica pues en algo por todos asumido, sino en el excepcional hecho de que un sujeto como yo, de rostro hosco y patilludo, y mirada libidinosa, pueda aparecer en la instantánea con gesto amable y agradable, en sintonía con las virtudes de mi partenaire. Realmente (y modestia aparte), la foto en cuestión destila amor y desparpajo en cada uno de sus píxels, y parece literalmente extraída de la campaña publicitaria de un perfume sofisticado o de un catálogo de diseño del más alto copete. Y es que ya lo dice la frase: "Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando", lo cual no significa (aviso a los malpensados y suspicaces) que ella me monte a mi, ni que yo la monte a ella, ni tan siquiera que nos lo montemos juntos o revueltos, sólo significa que quiero mucho a la niña cerdanyolense que aparece aquí arriba, la titi mas guapa de Vallés, la matagarrulos (los acostumbra a matar a polvos, aunque también los suele matar de inanición), la friki más hermosota de todo el festival de Sitges, mi coleguilla y ojito derecho. Este es mi regalo de reyes, titi, un comentario al pie de la mejor foto que te han hecho nunca. ;p

Bryan Singer. De Marvel a D.C.





El regreso a la gran pantalla del hombre de acero ha traído consigo otro esperado retorno, el de Bryan Singer, director estadounidense que, tras haber trasladado al celuloide la saga de los X-Men, se ha perfilado, junto a Tim Burton y Sam Raimi, como uno de los mejores directores de cine sobre superhéroes .

Nacido en Nueva York el 17 de septiembre de 1965, el realizador Bryan Singer creció en Nueva Jersey y realizó sus estudios de Dirección Cinematográfica en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, y después en la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad del Sur de California (Los Ángeles). Tras graduarse dirigió el corto Lion’s Den, y en 1993 dirigió el largometraje Public Access, con el que ganó el gran premio del jurado del Festival de Sundance. En 1995 realizó la película que le lanzaría definitivamente al estrellato y con la que se ganó las simpatías de crítica y público: Sospechosos habituales, una densa y apabullante intriga que, pese a sus trampas de guión, renovó el cine negro actual y ganó varios premios Bafta, así como los Oscars al mejor guión original y al mejor actor secundario (Kevin Spacey). Tras dirigir Verano de corrupción, película de intriga basada en una novela de Stephen King que habla sobre la fascinación que la parafernalia nazi puede ejercer sobre los adolescentes, Singer se acercó a la Marvel para dirigir X-Men, pero debido a que no era fan de los cómics y desconocía a los personajes rechazó inicialmente la oferta; un amigo, gran fan de la saga de los mutantes, le convenció para que no dejara escapar la oportunidad, y tras leer los cómics y familiarizarse con los personajes, Singer aceptó el reto. Criado en un hogar judío, y declaradamente homosexual, Bryan Singer supo captar en ambas partes de la saga X-Men el trasfondo antirracista y la beligerancia contra la marginación que exhala la fuente original. A mediados del 2004, en plenas negociaciones para ocuparse de X-Men 3, le llegó la oportunidad de dirigir Superman returns. Tal y como confesó el director: “Fue una decisión extremadamente difícil para mí, porque pasé 6 años en el universo de los X-Men. Estoy orgulloso de los filmes y el trabajo que hice con el equipo y los actores, lo que sucede es que crecí como un gran fanático de Superman, desde chico con la serie de televisión de George Reeves, hasta el filme de Richard Donner”. Dejar Marvel para engrosar la nómina de la factoría D.C y a la inversa, constituía hasta entonces un cambio de rumbo profesional en el que sólo se veían implicados dibujantes y guionistas de cómic. B. Singer, con el abandono de la franquicia mutante para dirigir Superman returns, ha sentado precedente, y ostenta el “honor” de ser el primer cineasta que renuncia a una de las “majors” del cómic estadounidense para irse a la competencia; este hecho es una muestra significativa (una más) de la creciente y mutua permeabilidad entre el cómic y cine.

miércoles, 2 de enero de 2008

Soy leyenda. Siempre nos quedará la Fe.


La primera hora de Soy leyenda, en la que se describen adecuadamente la rutina diaria y el sentimiento de soledad que acompañan al personaje interpretado por Will Smith en un desolado Nueva York, tiene la virtud de generar en el espectador una curiosidad sostenida. La cosa empieza a aflojar cuando los efectos digitales toman las riendas de la narración y la conducen hacia una convencional historia de acción postapocalíptica. Con todo, este segundo segmento aguanta el tipo gracias a la buena resolución y el alto voltaje de sus escenas más adrenalíniticas. Lo verdaderamente irrescatable del filme es el peligroso mensaje final que desprende la historia: cuando la ciencia falla, siempre nos queda la Fe. Resbaladizo eslogan en una sociedad -los actuales EEUU- en la que el puritanismo creacionista está en alza.

Spoiler:Con respecto al nefasto mensaje pseudorreligioso, es muy revelador el sonido final de las campanas de una iglesia que se escucha cuando dos de los personajes llegan a la única comunidad superviviente.