jueves, 31 de diciembre de 2009

Lo mejor de la década (2000-2009)

Código desconocido (Francia, 2000. Michael Haneke)
Memento (EE.UU., 2000. Christopher Nolan)
Italiano para principiantes (Dinamarca, 2000. Lone Scherfig)
Amores perros (México, 2000. Alejandro González Iñárritu)
La isla (Corea del Sur, 2000. Kim Ki-duk)
La pianista (Francia, 2001. Michael Haneke)
Ciudad de Dios (Brasil, 2002. Fernando Meirelles)
Ser y tener (Francia, 2002. Nicolas Philibert)
Capturing the Friedmans (EE.UU., 2003. Andrew Jarecki)
El regreso (Rusia, 2003. Andrei Zvyagintsev)
Dogville (Dinamarca, 2003. Lars von Trier)
Kill Bill 1 y 2 (EE.UU, 2003/04. Quentin Tarantino)
Mi vida sin mí (España, 2003. Isabel Coixet)
Million Dollar Baby (EE.UU., 2004. Clint Easwood)
Hierro 3 (Corea del Sur, 2004. Kim Ki-duk)
Whisky (Uruguay, 2004. Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll)
Exiled (Hong Kong, 2006. Johnny To)
Plan oculto ( EE.UU., 2006. Spike Lee)
Inland Empire (EE.UU., 2006. David Lynch)
Neil Young: Heart of Gold (EE.UU., 2006. Jonathan Demme)
Ficció (España, 2006. Cesc Gay)
La soledad (España, 2007. Jaime Rosales)
La cuestión humana (Francia, 2007. Nicolas Klotz)
American Gangster (EE.UU., 2007. Ridley Scott)
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (EE.UU., 2007. Andrew Dominik)
Hace mucho que te quiero (Francia, 2008. Philippe Claudel)
Los límites del control (EE.UU., 2009. Jim Jarmusch)

Lo mejor del 2009. Cine español.

Arropiero. El vagabundo de la muerte (Carles Balagué)
El truco del manco (Santiago A. Zannou)
Pagafantas (Borja Cobeaga)
El último guión. Buñuel en la memoria (Gaizka Urresti, Javier Espada)
Celda 211 (Daniel Monzón)
REC 2 (Jaume Balagueró, Paco Plaza)
Los condenados (Isaki Lacuesta)
Las 2 vidas de Andrés Rabadán (Ventura Durall)

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Lo peor del 2009.

La semilla del mal (EE.UU. David S. Goyer)
Viernes 13 (EE.UU. Marcus Nispel)
Tetro (EE.UU. Francis Ford Coppola)
Fighting, puños de asfalto (EE. UU. Dito Montiel)
Exorcismo en Connecticut (EE.UU. Peter Cornwell)
Mein Führer (Alemania. Dani Levy)
Mapa de los sonidos de Tokio (España. Isabel Coixet)
Año uno (EE.UU. Harold Ramis)
Flores Negras (España. David Carreras Solè)
Eloïse (España. Jesús Garay)
Te quiero, tío (EE.UU. John Hamburg)
El baile de la victoria (España. Fernando Trueba)
Sueños de juventud (República Checa. JAN SVERAK)
Fama (EE.UU. Kevin Tancharoen)

Lo mejor del 2009.

Mi nombre es Harvey Milk (EE.UU. Gust Van Sant)
El lector (EE.UU. Stephen Daldry)
La clase (Francia. Laurent Cantet)
El luchador (EE.UU. Darren Aronofsky)
Watchmen (EE.UU. Zack Snyder)
Up (EE.UU. Pete Docter y Bob Peterson)
Still Walking (Japón. Hirokazu Koreeda)
Gigante (Uruguay. Adrián Biniez)
Malditos Bastardos (EE.UU. Quentin Tarantino)
Los límites del control (EE.UU. Jim Jarmusch)
Mal día para pescar (Uruguay. Álvaro Brechner)

martes, 22 de diciembre de 2009

Balas y estrellas.


El arranque de Ninja Assassin, una hiperbólica (y magnífica) escena de acción regada en sangre y salpimentonada con salvajes amputaciones, produce lo que yo denomino efecto levadura, es decir, inflar las expectativas del espectador hasta el punto de abrir su inicialmente recelosa receptividad.

Lamentablemente, a medida que se desarrolla el nuevo film del director de V de Vendetta, este efecto decrece y se deshincha cual suflé pinchado con un tenedor. Este acercamiento occidental al cine asiático de artes marciales que es Ninja Assassin, cuya premisa productiva corre el riesgo de compararse con el díptico Kill Bill, poco tiene que ver al final con la personal visión de Tarantino sobre el cine de género oriental.

La película, producida por los hermanos Wachowski y protagonizada por el cantante coreano Rain, sigue unos senderos mucho más trillados que los transitados por el director de Knoxville, tanto que cuando queremos darnos cuenta, ya estamos inmersos en un carrusel de convencionales escenas de letales ninjas y policías de gatillo fácil. Aunque lo peor de todo nos llega con el relleno de los entretiempos: los diálogos resultan tan simples y ridículos que imploraremos una nueva dosis de peleas a granel.

Si Ninja Assassin la hubiera dirigido un oriundo de la tierra de las katanas y los luchacos, seguramente no hubiéramos notado demasiadas diferencias, pero ¿merece la pena que el australiano James McTeigue se meta en berenjenal ajeno, para hacer exactamente lo mismo que los directores orientales ya realizan rutinariamente bien y sin ninguna ínfula? Sólo recomendable para seguidores incondicionales (y no demasiado exigentes) del cine de artes marciales.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El último Na'Vi


No me cabe la menor duda de que Avatar será un taquillazo… por lo menos a lo largo de las primeras semanas de su estreno, durante las cuales la curiosidad “matará al gato”, estoy seguro de que el público acudirá en tropel a ver lo que se cuece. El despliegue de la última superproducción de James Cameron, tanto a nivel técnico como promocional, así lo merece, y difícilmente defraudará las expectativas depositadas en su diseño, digitalización y efectos 3D.

No estoy tan seguro, sin embargo, de que lo nuevo del director de Titanic y T2 sea recibido como el producto de SF definitivo que se nos promete, pues su sincrético argumento es tan descaradamente aglutinador a nivel temático que cuanto se nos narra ha sido tratado ya, de un modo u otro, por alguna película anterior: la relación de amor del protagonista con la cultura Na’Vi recordará a Bailando con lobos y El último mohicano; el funcionamiento macro-orgánico del planeta Pandora lo hará levemente a Solaris; y el despliegue tecnológico en el ecosistema pandoriano parece surgir de un cruce entre Parque Jurásico y Starship troopers…Western indigenista, cine bélico, aventuras coloniales y, evidentemente, ciencia ficción se mezclan con naturalidad en esta película, pero también sin el menor atisbo de originalidad.

Sólo el concepto de “avatar”, entendido como una reencarnación durante el sueño en un cuerpo extraterrestre diseñado genéticamente, aporta un elemento ligeramente novedoso al cine de ciencia ficción, pero lo hace superficialmente, forzando la credibilidad de algunas situaciones (el personaje interpretado por S. Worthington se integra en el clan Na’Vi con demasiada facilidad, levantando muy pocas sospechas), y sin profundizar demasiado en las interesantes posibilidades que este concepto arroja en lo que a confusión entre sueño y realidad se refiere.

Nos hallamos, pues, ante una película innegablemente entretenida y de diseño deslumbrante (cómo para no serlo después de gastar más de 230 millones), con un mensaje ecologista evidente y algún guiño gratamente antibelicista concentrado en el personaje del coronel Miles Quaritch, pero decepcionantemente previsible durante casi todo su desarrollo.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El luchador uruguayo.


Poco a poco, y a base de películas notables, el cine uruguayo parece estar haciéndose un pequeño hueco dentro del aburrido panorama internacional, y si hace unos años, Whisky, 25 Watts y El baño del Papa constituyeron un inesperado soplo de aire fresco entre la medianía, en el presente, el relevo de Gigante y Mal día para pescar ha demostrado que aquellos 3 films no eran flor de un día.

Tras 3 cortometrajes, Mal día para pescar supone la puesta de largo del director Álvaro Brechner. La película hereda el minimalismo, la austeridad narrativa y la deprimente vis cómica que desprendían las obras citadas anteriormente, pero también incorpora una particularísima y juguetona manera de deconstruir un género tan tradicional y estadounidense como es el Western, con lo que Brechner no sólo demuestra un profundo y admirativo conocimiento cinéfilo sino también un capacidad de universalizar fuera de lo común, acercándose a directores tan venerados pero a su vez tan veneradores como Wim Wenders.

Y es que todo lo que acontece en la uruguaya localidad de Santa Maria, desde la llegada de dos forasteros (un excampeón mundial de lucha y su manager en busca de un desafío público de dudosa legalidad) hasta los espacios que éstos frecuentan (el motel, la redacción, la cantina, los polvorientos caminos), pasando por el aroma crepuscular y marchito que emana todo cuanto les rodea (incluidos ellos mismos), bien podría formar parte de un film del oeste firmado por Peckinpah, Leone o Clint Eastwood.

Narrada a partir de un gran flashback, la de Álvaro Brechner es una película de perdedores, de personajes heridos en su orgullo y necesitados de una redención que los dignifique. Sin embargo, el desenlace trágico al que parece abocada la historia, y que el oportuno leitmotiv de Lili Marlene no deja de recordar constantemente, se frustra acertada y sorpresivamente gracias a la amabilidad de su giro final, un giro que decanta definitivamente la balanza hacia la comedia. Comedia amarga, pero comedia al fin y al cabo.