lunes, 10 de agosto de 2009

V.O.S.


En su nueva película, el catalán Cesc Gay dilapida su enorme talento por rendirse a los mandatos estéticos de la “modernez”. Como su anterior filmografía, V.O.S. exhala un aroma “alleniano” fuera de toda duda, pero a éste Gay le añade un innecesario planteamiento metacinematográfico que, además de no aportar absolutamente nada a la historia, entorpece su correcta fluidez.

Si el elemento metalinguístico (mezclar realidad y ficción mostrando deliberadamente las hechuras de la realización cinematográfica para así reflexionar sobre la creación fílmica) está más que justificado en –por citar algún ejemplo notable- los guiones de Charlie Kaufman, en V.O.S. se reduce a un truco demasiado barato e inasumible como para que encuentre un encaje adecuado en el guión. Ninguna reflexión ni novedad se desprende de esta elección, dando la sensación de que el director se está rigiendo más por el deseo de seguir una moda culta y arriesgada que por imperativos estrictamente artísticos y/o narrativos.

Además, la brillante naturalidad que empapó a películas como En la ciudad y Ficción, aquí no aparece hasta un desenlace cuyo ingenio corrige un poco el sentimiento de decepción absoluta, tornándolo sólo una sensación agridulce, algo del todo insuficiente para lo que se espera de un cineasta de la talla de Cesc Gay.

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