jueves, 6 de agosto de 2009

Poco seso y mucha acción.


Buscar profundidad en el guión de aquellas películas basadas en exitosas líneas de muñecos, además de inoportuno, puede resultar quimérico. Transformers, Masters del Universo y los propios G.I. Joe eran juguetes cuyos argumentos se basaban en una simple confrontación entre las fuerzas del bien y del mal, por lo que cualquier lectura que vaya más allá de esto roza lo ridículo.


No es extraño, pues, establecer que el guión de la publicitada nueva película de Stephen Sommers no es más que una sucesión de ataques y contraataques por conseguir una peligrosa arma nanotecnológica entre los susodichos G.I. Joe, los buenos, y una todavía embrionaria organización terrorista llamada Cobra, los malos. Este plano y simple desarrollo sólo será perturbado por algún que otro flashback explicativo sobre el pasado de algunos de los personajes, también planos y simples en su totalidad.


Dicho esto, llegamos a la no demasiado compleja conclusión de que el único valor de G.I. Joe reside en su voluntad de llevar la acción a un apogeo constante a través de unos impactantes y vistosos efectos digitales, objetivo que logra de forma relativamente fácil pero que hace preguntarnos si para conseguirlo es necesario renunciar a un guión mínimamente inteligente.


Como era de esperar, la acción mezcla ininterrumpidamente hazañas bélicas, persecuciones (automovilísticas o aéreas), explosiones, artes marciales y prodigios tecnológicos, “ornamentando” vistosamente todos estos elementos a través de un trabajo técnico incuestionable, que empacha quizá algunas escenas (las que se desarrollan en el desierto y bajo el agua, por ejemplo) hasta el punto de asemejarlas a una pantalla de un videojuego de última generación o un fragmento de una película de animación en 3D.


En conclusión, el director de La Momia y Van Helsing traza un producto entretenido pero olvidable y algo infantil, sólo apto para adolescentes sin demasiado ánimo trascendencia, y que dependiendo de su recaudación está destinado a generar alguna que otra secuela.

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