jueves, 24 de enero de 2008

Plan oculto. Tarde de perros post 11S.



El cine estadounidense de los años 70 nos brindó la oportunidad de disfrutar de un buen número de dinámicos thrillers que se caracterizaron por contener, tras una trama policial aparentemente “inocua”, una velada crítica, en ocasiones no tan interlineada, a la corrupción policial, judicial y política de las urbes norteamericanas de aquella época. Don Siegel, William Friedkin, John Frankenheimer, o Sydney Lumet son algunos de los cineastas que deben figurar con letras de oro dentro de este apartado concreto del cine de policías y ladrones, y The French Connection, Tarde de Perros, Serpico y Harry, el Sucio, son algunas de las películas referenciales que dicha etapa nos legó. Esto es un hecho que conviene ser recalcado, porque Spike Lee ha realizado Plan Oculto con los ojos puestos en aquellas películas, con la clara voluntad de homenajearlas, tratando así de repetir la fórmula de “denuncia+espectáculo” que tan buenos resultados cosechó antaño. A tenor de lo visto, sólo cabe admitir que Lee lo ha hecho de manera más que aplicada, brillante. Cierto es que ha renunciado a las temáticas de conflicto racial que le caracterizan, que ha rebajado su trascendencia y contundencia discursiva, y que ha exiliado por completo al drama de la historia, pero no menos cierto es que en Plan Oculto el cineasta afroamericano ha ganado en sutileza y espectacularidad. En el marco de una agitada historia de un hurto a mano armada de alta orfebrería, se desarrolla una adictiva relación antagónica entre Denzel Washington y Clive Owen. A esta primera línea narrativa hemos de superponer la historia genérica de hipocresía, suspicacias, arribismo e intereses soterrados que marca el tempo moral de la cinta. Narrada linealmente a un ritmo trepidante y con algunos esclarecedores flashforwards, Plan Oculto sirve también como excusa para reflejar el clima multirracial del crisol neoyorquino, y sobretodo para dar fe de la situación de miedo y esquizofrenia colectiva que vive la sociedad estadounidense tras los atentados del 11 de Septiembre del 2001. Todos ellos parecen argumentos de peso que demuestran que la última película de Spike Lee no es tan sólo un mero y frívolo producto de industria, sino más bien una obra políticamente comprometida a la par que digerible para el gran público. Interpretada por un elenco de lujo que da vida a un grupo de personajes muy carismáticos, y a pesar de algunas lagunas de guión en favor del “entertainment”, sólo me resta concluir diciendo que Plan Oculto es una gran película que no lo tiene todo, pero sí casi todo.

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