viernes, 17 de diciembre de 2010

El mejor filme español del año.


Los premios y los elogios públicos (Balada triste de trompeta ha sido galardonada con el mejor director y el mejor guión en Venecia) pueden constituir una arma de doble filo para el objeto halagado, pues aunque representan un aliciente inmejorable para que el público acuda ilusionado a las salas, también pueden generar en él expectativas erróneas o, directamente, falsas.

Algo semejante es, en mi opinión, lo que al nuevo filme de de la Iglesia le puede suceder, ya que si bien se trata de un relato historicista, que alegoriza con cierta fortuna algunos de los elementos que caracterizaron a la España franquista, no debemos olvidar que es también una obra personalísima, firmemente enraizada en el imaginario de su director, quien se salta cualquier atisbo de veracidad y apuesta por la extravagancia negra y mordaz.

Si se aceptan sus propios códigos internos, su vertiente declaradamente grotesca y su mezcla de autorreferencias (parece una revisión perversa de Muertos de risa) y de influencias dispares (surrealismo buñueliano, esperpento berlanguiano, gore, cómic, desmesura violenta entre Miike y Tarantino, caspa patria), Balada triste de Trompeta sorprende y satisface. Aunque el listón no estaba demasiado alto, es de lejos la mejor película española del año.

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