sábado, 10 de enero de 2009

La Reina de Australia


Al igual que Moulin Rouge, film con el que el director australiano Baz Luhrmann se dio a conocer internacionalmente, su nuevo trabajo hace bandera de la hibridación posmoderna, bebiendo a trago tanto del clasicismo más memorable como de las tendencias estéticas y tecnológicas más innovadoras.


No resulta extraño, pues, observar como en esta mastodóntica producción titulada Australia, referentes tan añejos y celebrados como el cómico romanticismo de La Reina de África (los personajes de Kidman y Jackman son en muchos aspectos análogos a los que en su día interpretaron Bogart y Katharine Hepburn en la película de Huston), la épica ganadera del western (Río rojo, sin ir más lejos) y un sentido homenaje a El mago de Oz, se entremezclan con cierta soltura con las imágenes digitalizadas, el humor cafre y el indigenismo de temática aborigen (aquí el referente innegable sería La última ola del también australiano Peter Weir).


Captadas estas heterogéneas influencias, Australia es una película que como historia de romance y aventuras se disfruta hasta bien pasados sus 100 primeros minutos. A partir de aquí, cuando parece que ya está todo dicho, Luhrmann se saca de la manga 1 hora adicional de metraje en la que el notable relato anterior queda enterrado bajo una lacrimógena “historia de amor en tiempos de guerra” (la II Guerra Mundial, para ser más exactos). Además, esta nueva e innecesaria historia con ínfulas de magnanimidad está aderezada con una forzada voluntad de denuncia (una crítica a la segregación de los nativos australianos) que ya había quedado más que patente desde el principio. Película disfrutable aunque excesiva.

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