viernes, 12 de febrero de 2010

El regreso del hombre lobo.


Casi 30 años después de Un hombre lobo americano en Londres, la exitosa película de John Landis, Universal retoma a una de sus criaturas más populares con 2 objetivos principales a cumplir: primero, rendir homenaje a los films de la factoría protagonizados por el famoso y peludo personaje, y segundo, rehabilitarlo comercialmente.

El primer propósito se cumple con nota. El hombre lobo reproduce convincentemente el clima oscuro y neblinoso de las películas de los años 40, así como la estética gótica de las producciones de la Hammer; la caracterización del licántropo es afín a la imagen que el cinéfilo más purista tiene en mente; y la transformación de hombre a lobo es espectacular, además de tributo fiel a la que en su día plasmó Landis en su película. Todos estos referentes, ni que decir tiene, están readaptados a las posibilidades técnicas actuales, haciendo un correcto uso de la digitalización (en los paisajes, principalmente) así como de los avances en maquillaje, y también añadiendo algún destello gore digno de mención.

En lo comercial, será la taquilla la que, después del estreno, dicte su inapelable sentencia... aunque no resulta difícil adivinar que, con referentes tan lejanos y desvinculados del público habitual que visita las multisalas, los resultados no serán demasiado positivos. Esta nueva versión del hombre lobo se vale de la modernidad tecnológica para revisar una historia clásica según los gustos del espectador más nostálgico, pero no los del público general. Por si acaso, el final es lo suficientemente abierto como para justificar una secuela, aunque mucho me temo (y ojalá me equivoque) que ésta no será necesaria.

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