miércoles, 3 de febrero de 2010

Cualquier tiempo pasado fue mejor...


Tras el descalabro de Canciones de amor en Lolita’s club, el veterano Vicente Aranda vuelve a intentarlo con el género que tradicionalmente le ha sido más propicio: la crónica negra castiza.

Luna Caliente está contextualizada en Burgos, durante el famoso proceso que tuvo lugar en los 70 en dicha localidad castellana. El personaje interpretado por el catalán Eduard Fernández -un poeta, dignatario de la UNESCO, que se encuentra en España de Vacaciones- se ve envuelto en una espiral de pasión enfermiza y crímenes que le hará perder toda ética e integridad personal.

Crítica explícita al pragmatismo y al escaso compromiso antifranquista de algunos intelectuales de la época, Luna Caliente es un film de desarrollo tramposo, que además está torpemente puntuado por constantes (y pretenciosos) aforismos. La historia pierde cualquier atisbo de seriedad a causa de un erotismo de traca y barracón (algunas escenas son verdaderamente sonrojantes por su naturaleza forzada e innecesaria), y de unos diálogos ridículos, sin profundidad alguna.

Si se acortara su metraje, Luna caliente bien podría haber formado parte en la década de los 80 de la exitosa serie La huella del crimen, aunque hoy es la confirmación incuestionable de que Aranda, a sus 83 años de edad, es un director totalmente fuera de honda. Si España tuviera unos premios homólogos a los Razzie, nos hallaríamos ante una sólida candidata a llevarse una ristra de premios.

Lo mejor: Sin duda, la voluptuosidad de la debutante Thaïs Blume.
Lo peor: Todo lo demás.

No hay comentarios: